Restos de las casa Incas |
Los incas vivían en chozas de piedra con techos de paja, de una sola
habitación, sin ventanas; las paredes revocadas con barro y pintadas con
colores brillantes.
Al momento de nacer un niño, el padre lo llevaba al arroyo más cercano para
bañarlo. Los padres ayunaban varios días y oraban junto al santuario para que
la suerte acompañara al hijo.
Después del baño, la madre lo envolvía en mantas de lana bien angostas y
fijaba dos tablas en la cabeza, para que tomara forma alargada; esto
caracterizaba a la tribu.
A los seis años, el niño tomaba un padrino que era un miembro del Consejo
de Ancianos, quien cumplía la ceremonia del corte del cabello y de las uñas.
Le
daba un nombre, escogido por sus padres, a partir de ese momento, el niño
estaba listo para trabajar y ganarse la vida.
Durante los días de fiestas la familia iba al mercado, los niños llevaban
una gorra de lana, con el dibujo que lo caracterizaba, para facilitar el
control a los funcionarios del Estado.
Viajar en aquella época era algo controlado por el Imperio, y los
movimientos de las gentes sencillas eran vigilados muy de cerca.
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